También se puede jugar sin tablero: El ajedrez invisible de la vida
También se puede jugar sin tablero: El ajedrez invisible de la vida
El ajedrez tradicional nos enseña sobre estrategia, cálculo y dominio del espacio. Nos habla de piezas que se enfrentan, de reglas claras y de tiempos definidos. Sin embargo, en la vida real muchas veces no contamos con un tablero visible ni con piezas tangibles.
¿Significa eso que no estamos jugando? No. En realidad, muchas de las partidas más significativas se libran lejos de la mirada externa. Este artículo es una invitación a reconocer que, incluso sin elementos físicos, seguimos jugando… y evolucionando.
1. Las partidas internas no tienen espectadores
En el ajedrez de la vida, los movimientos más valientes se ejecutan en silencio.
Decisiones que cambian el rumbo, tomadas en la soledad de una madrugada
Batallas mentales contra la inseguridad, la duda y el miedo
Momentos en que se elige avanzar, aunque no haya garantías ni mapa
Estas jugadas invisibles no se celebran con trofeos, pero definen quiénes somos. Lo que no se ve sigue teniendo fuerza. Lo que no se aplaude, sigue siendo épico.
2. Estrategia sin piezas
Aunque no tengamos un tablero físico, la estrategia continúa.
La disciplina se convierte en la torre que sostiene cada día.
La intuición es ese caballo que se mueve diferente, pero siempre con propósito.
La fe, esa reina silenciosa, lo recorre todo sin que nadie la note.
No hay reglas escritas en estas partidas, pero sí hay lógica. Cada paso responde a una intención profunda, a un sistema de valores y propósito.
3. El reloj lo marca tu conciencia
En el ajedrez clásico, el tiempo regula cada movimiento. En el ajedrez interior, el tiempo es emocional.
¿Estoy esperando la jugada perfecta o ya es momento de mover?
¿Estoy postergando decisiones por miedo al fracaso?
¿Estoy en jaque, pero aún puedo encontrar un giro inesperado?
El tiempo de la vida no se mide en segundos, sino en momentos que piden respuesta. Escuchar ese ritmo interno es esencial para no perder nuestra oportunidad de avanzar.
4. Sin tablero, pero con propósito
Jugar sin tablero no significa jugar sin sentido. De hecho, el ajedrez invisible exige más presencia, más intención.
Es una invitación a la autenticidad, a mover piezas que nadie verá pero tú sentirás
Es un recordatorio de que las partidas importantes no siempre ocurren en escenarios reconocibles
Es una afirmación de que el crecimiento no necesita testigos, solo voluntad
La ausencia de tablero no es vacío, es espacio para crear tus propias reglas. Para inventar jugadas que nacen desde lo profundo.
El tablero puede faltar. Las piezas pueden no estar. El público puede estar ausente. Pero la partida sigue. Lo importante no es que todos lo vean, sino que tú lo reconozcas. Porque también se puede jugar sin tablero… y aun así transformar la partida más importante: la tuya.
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